lunes, 3 de noviembre de 2014

Inversiones extravagantes, tan curiosas como poco rentables

Tradicionalmente se recomienda invertir en algo que aún no conoce mucha gente y que, en breve, podría estar en auge. Aunque esto es bastante cierto, también hay que tener buen ojo, que una inversión sea extravagante no es ni bueno ni malo, sin embargo hay que saber diferenciar las buenas de las malas para no acabar perdiendo dinero.
Como por mucho que se diga no deja de ser cierto, siempre es importante recordar que la rentabilidad y el riesgo van cogidos de la mano. Por eso hay que tener muy claro cuánto se está dispuesto a perder y cuáles son los beneficios potenciales derivados de la inversión.

Extravagancia hasta la bancarrota


Recuerdo un anuncio que decía algo así como “si la quieres, díselo con flores”. Eso fue más caro que nunca durante la primera mitad del sigloXVII en Holanda. En un país inmerso en lo que luego se conoció como la “burbuja de los tulipanes”, que fue la primera vez que se dio este fenómeno, se llegaron a cambiar bulbos de tulipán por fábricas enteras.
Durante casi medio siglo, la inversión en bulbos se convirtió en una actividad al alza hasta que, en torno a 1.636, mucha gente vivía de ello. El precio de estas flores llegó a multiplicarse por más de cien durante la fiebre del tulipán. Sin embargo, llegó un momento en que la gente comenzó a plantearse si era lícito intercambiar casas por flores y la burbuja explotó arruinando a muchos de los inversores.
Aunque invertir en plata no tiene nada de extravagante, sí que lo es el intentar arrinconar el mercado, tal y como quisieron hacer los hermanos Hunt a principios de los años ochenta. Arrinconar un mercado consiste en hacerse con toda la oferta de forma que los demandantes tengan que pagar lo que pidan los oferentes que han creado el rincón.
Armados con varios millones de dólares de la fortuna familiar, Nelson Bunker Hunt y Herbert Hunt comenzaron a comprar contratos de futuros de plata hasta llegar a acaparar, según se cuenta, un tercio de los recursos argentíferos mundiales. Sin embargo, una brusca caída en el precio hizo que tuvieran que responder de las obligaciones contraídas con sus corredores. No pudieron hacerlo y se produjo un gran desplome en el mercado. El gobierno tuvo que intervenir para evitar un colapso mayor y finalmente Nelson Hunt acabó declarándose en bancarrota.
Entraron en nuestra vida con el auge de la microelectrónica, se conoce como las tierras raras a ciertos elementos de la tabla periódica que se utilizan para la fabricación de teléfonos móviles, consolas de videojuegos, etc… Son muy escasas y si bien invertir en ellas fue todo un negocio al principio, en el último año los fondos que han centrado en ellas su atención han visto reducir su capital en un 30%. Aún no han arruinado a nadie, pero mejor andar con ojo.

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